Siempre me ha fascinado la biología genética. Estudiar el ADN de un ser vivo ha sido todo un misterio y reto para el ser humano, pues el ADN es nuestra herencia y legacidad que nadie ni nada nos podrá arrebatar o cambiar.
Desde los inicios de la historia, el ser vivo que tenía éxito en su especie era el que conseguía crear descendencia con sus genes. A eso se le llama éxito evolutivo.
Para que un rasgo pase o no pase a las siguientes generaciones no es necesario que su portador viva o muera. Un superviviente que muera anciano y sin descendencia tiene un éxito evolutivo nulo respecto al joven malote que tiene varias amantes y que muere en una pelea, pero que deja tras de sí algún niño no deseado. Es decir, lo importante es el éxito reproductor, no la supervivencia. Aunque si un individuo muere sin descendencia hay obviamente selección natural. Un ejemplo claro en la película Idiocracy.
Esto, obviamente, actualmente ha perdido la importancia, pues la posesión de bienes y poder se ha convertido en una meta mucho más atractiva para la mayoría de población.
Aunque algunos no lo quieran creer, la evolución es simplemente un hecho, un fenómeno que se puede observar y medir. Los biólogos elaboran teorías para explicar este hecho, aunque todas las actuales están basadas en los mecanismos que en su día propuso Darwin. En este caso, como en otros, el demonio está en los detalles.
El ser humano, en su soberbia, cree a veces estar hecho de alguna sustancia divina que le hace ser mero observador de la Naturaleza y no cree, no quiere creer, que él forma para de ella. El ser humano sigue evolucionando, no solamente hace millones de años o hace miles de años, sino también en la actualidad. Todo ello pese a los adelantos médicos y los sistemas de control de natalidad. No podemos escapar a nuestra naturaleza biológica.
Pues bien, hoy os voy a ayudar a identificar vuestra propia (o no) genética, todo ello de forma muy simple y fácil de entender.
Para comenzar, existen dos tipos de genes:
- Fenotipo. Es el gen físico activo y que podemos presenciar físicamente en un individuo. Por ejemplo, tener los ojos azules es un claro indicio de poseer un fenotipo de gen azul en los ojos.
- Genotipo. Es el gen teórico o misterioso, que poseemos pero que no podemos identificar a simple vista, pues a veces no mostramos indicios de poseerlo físicamente. Por ejemplo, el gen del color de los ojos de un hijo con ojos marrones, que tiene un padre con ojos azules; posee el gen azul pero está inactivo. Los genotipos los podemos dividir en dos tipos:
- Dominantes: son los que se al mezclarse con otro gen «ganan» y se muestran físicamente en el individuo (fenotipo).
- Recesivos: son los que al mezclarse con otro gen «pierden» y no se muestran físicamente.
Pero hay que profundizar, pues si se poseen dos genes recesivos, este gen sí que se refleja en el fenotipo y, por lo tanto, se activa físicamente en el individuo.
La regla de Mendel es la forma más sencilla de hacer el cálculo aproximado de las probabilidades de poseer un tipo de gen u otro.
Si aun no os ha quedado claro el funcionamiento, podéis practicar con esta web, que hace el cálculo del color de los ojos con este mismo método.
Es muy interesante y bastante aproximado, pues podemos introducir muchos datos y variables que harán que salga un resultado mucho más preciso y certero: ojos de los abuelos, ojos de los padres, ojos de los hermanos de los padres y la frecuencia alélica (es la proporción que se observa de un alelo específico respecto al conjunto de los que pueden ocupar en un lugar determinado del cromosoma en la población).
Os dejo un ejemplo para averiguar cuál es mi genotipo en los ojos:
Así que, si os preguntáis cómo una pareja puede tener hijos con ojos azules, si los dos tienen ojos marrones, seguramente algunos de los abuelos poseeran genes azules que habrán pasado a sus hijos, y no se muestran porque son recesivos. En ese caso, los padres pueden llegar a tener un máximo de 25% de probabilidades de tener un hijo con ojos azules.
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